BIENVENIDOS

febrero 23, 2011

Dar la vida por los demás

Había una vez un árbol que quería a un niño.
El niño venia a visitarlo todos los días.
El niño cortaba pequeñas ramas del árbol con las que entretejía coronas y jugaba a ser el rey de la selva.
Trepaba sobre el tronco y se columpiaba agarrado a las ramas.
Comía de sus frutos y luego, juntos, jugaban al escondite.
Cuando se cansaba, el niño se quedaba dormido a la sombra del árbol al arrullo del rumor de la fronda, que le cantaba una nana.
El niño quería al árbol con todo su corazón.
Y el árbol se sentía feliz.
Pero pasó el tiempo y el niño fue creciendo.
Cuando se hizo mayor, el árbol se quedaba muchas veces solo.
Un día el niño fue a ver al árbol y éste le dijo:
- Acércate, mi niño, gatea sobre mi tronco y colúmpiate en mis ramas; come la fruta, juega a mi sombra y diviértete.
-Soy ya demasiado grande para subirme a los árboles y jugar, dijo el muchacho.
Quiero comprar otras cosas para divertirme.
Necesito dinero. ¿Puedes darme dinero?
-  Lo siento—, respondió el árbol, —pero yo no tengo dinero. Tengo sólo hojas y frutos. Recoge la fruta, amigo mío, y ve a venderla a la ciudad.
Así tendrás dinero y serás feliz.
Entonces el niño se subió al árbol, cogió toda la fruta y se la llevó.
Y el árbol se sintió dichoso.
Pero pasé mucho tiempo y el niño no volvía. Y el árbol se puso triste. Al fin, el joven volvió de nuevo. El árbol tembló de alegría y dijo:
- Acércate, mi niño, gatea sobre mi tronco y colúmpiate en mis ramas y diviértete.
- Tengo mucho que hacer y no puedo perder tiempo en gatear sobre los árboles, respondió el muchacho.
- Necesito una casa que me cobije, prosiguió. Quiero una mujer y unos hijos, quiero formar un hogar. ¿Puedes darme una casa?
- Yo no tengo una casa—, dijo el árbol. —Mi casa es el bosque. Pero tú puedes cortar mis ramas y hacerte una casa. Y así podrás ser feliz.
El niño cortó todas las ramas del árbol y se las llevó para hacerse una casa.
Y el árbol se sintió feliz.
Pasó mucho tiempo y el joven no venía.
Pero cuando volvió, el árbol estaba tan contento que apenas podía hablar.
- Acércate, mi niño—, murmuró, —ven a jugar conmigo.
- Soy ya muy mayor y demasiado serio para ponerme a jugar—, dijo el niño. —Ahora quiero una barca para irme lejos de aquí. ¿Puedes tú darme una barca? "Corta mi tronco y hazte una barca—, dijo el árbol. —Así podrás marcharte y ser feliz.
Entonces el niño cortó el tronco y se hizo una barca para huir.
Y el árbol se sintió dichoso..., aunque no del todo.
Pasó mucho, mucho tiempo y el muchacho volvió una vez mas.
- Lo siento—, mi niño, dijo el árbol, —pero ya no me queda nada para darte...
no tengo fruta.
- Mis dientes son demasiado débiles para comer fruta—, dijo el muchacho.
- Ya no tengo ramas—, siguió el árbol, —y no podrás columpiarte.
- Soy demasiado viejo para columpiarme en las ramas—, dijo el muchacho.
- Ya no tengo tronco-, dijo el árbol. —Ya no puedes trepar.
- Bastante cansado estoy yo, como para dedicarme a trepar—, dijo el muchacho.
- ¡Qué pena!—, suspiró el árbol. —Me gustaría tanto darte algo..., pero ya no tengo nada...
Soy sólo un viejo tocón... ¡Cómo lo siento!...
- Ya no necesito mucho-, dijo el muchacho. —Sólo un sitio tranquilo para sentarme y descansar. Estoy muy cansado.
- Bien, dijo el árbol, enderezándose, lo más que podía, muy bien... Un viejo tocón es lo que se necesita para sentarse y descansar. Acércate, mi niño, siéntate. Siéntate y descansa.

 El niño así lo hizo. Y el árbol se sintió feliz, feliz, feliz...
 
    ¿Qué significan los demás en tu vida?

febrero 22, 2011

VUELO DE LOS GANSOS

La próxima temporada, cuando veas los gansos emigrar dirigiéndose hacia un lugar más cálido para pasar el invierno, fíjate y verás que vuelan en forma de “V”.
¿Sabes por qué lo hacen de esta forma?
Porque al batir sus alas, cada ave produce una corriente en el aire que ayuda al que va detrás de él. Volando en V, la bandada de gansos aumenta por lo menos un 71% más su capacidad de vuelo, en comparación con uno que vuela solo.
Las personas que comparten un proyecto en común y tienen sentido de comunidad, pueden llegar a cumplir sus objetivos más fácil y rápidamente apoyándose entre sí.

Cada vez que un ganso sale de la formación, siente inmediatamente la resistencia del aire y se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo. Por supuesto, rápidamente vuelve a la formación para beneficiarse del compañero que va adelante.
Si nos unimos y nos mantenemos juntos a los que van en nuestra misma dirección, el esfuerzo será menor. Todo será más sencillo y alcanzar las metas y objetivos, será más placentero.
Cuando el líder de los gansos se cansa, permite que otro tome su lugar y él se retrase a un lugar más cómodo.
Nosotros, hombres y mujeres, obtendremos mejores resultados si nos apoyamos en los momentos duros, si los respetamos y compartimos los problemas y los trabajos más difíciles.
Los gansos que van en la parte de atrás graznan para alentar a los que van adelante a mantener la velocidad.
Una palabra de aliento a tiempo, ayuda, da fuerza, motiva y produce mejores resultados.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, los dos gansos más cercanos salen de la formación y lo acompañan para apoyarlo y protegerlo.

Muchas veces decimos ¡No seas ganso!, pero si somos realistas y un poco humildes…
¡Cuánto podríamos aprender de estas aves!

HISTORIA DE LOS MARCIANITOS

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